miércoles, 14 de septiembre de 2011

Colonia de garcillas bueyeras en Santillana del Mar

GarcillaBueyera

Miércoles



  Mientras disfrutaba contemplando los acrobáticos vuelos de las golondrinas comunes, Hirundo rustica L. durante la tarde del último día de agosto en un valle de Cantabria oriental, comencé a imaginarme las conversaciones que estas aves parecen mantener cuando se alinean sobre los cables de la luz después de estar un buen rato sobrevolando los maizales capturando insectos. Sus peculiares cánticos me parecía que decían:


-- Dentro de poco iremos a África.

-- Si, hay que acumular reservas comiendo insectos porque el viaje de vuelta será largo.

-- Si, si, muy largo.



  Desperté de estas ensoñaciones al ver una silueta blanca al fondo del valle que  sobrevoló las copas de la foresta que crece en la orilla del río y descendió hasta desaparecer entre los árboles. Comenzaba a oscurecer y miré el reloj, como para asegurarme de lo tarde que era para acercarme a indagar.

Jueves



  Al día siguiente, primero de este mes de septiembre, salí de casa durante la madrugada. El tremendo silencio era la antesala de la bulliciosa alba, caminé en la oscuridad por un camino bien conocido hasta llegar al sumidero por el que desparece el pequeño arroyo que recoge las aguas de todo el valle, tragado por la montaña. Me senté sobre una piedra y esperé... Al poco empezaron a cantar las aves más madrugadoras, con las primeras luces de la jornada el alboroto ya era notable, pero ni rastro de aves blancas... Ya empezaba a intrigarme la cosa, primero me dirigí a la penumbra del río. Pasó a bastante altura una ardilla roja, Sciurus vulgaris L. que cruzó el río sin tocar suelo, de rama en rama, de un árbol a otro, después un zorro se llevó un buen susto cuando me encontró donde no se esperaba a ningún intruso. Debía estar siguiendo a la ardilla, pero perdió el desayuno y se fue bastante cabreado. Más tarde se acercaron unas ruidosas cornejas negras... Comprendí que lo que había visto la tarde anterior no estaba allí, había que buscar en otro sitio. Crucé el río y me dirigí al barrio más próximo, ¡Eureka!. Por fín pude ver las misteriosas aves, en un prado detrás de las casas, entre un par de vacas con sus terneros y una novilla había una pequeña bandada de garcillas bueyeras, Bubulcus ibis L., una adulta y cinco jóvenes fácilmente distinguibles porque su plumaje es completamente blanco con las extremidades negras. Las adultas, todavía con el plumaje nupcial, tienen plumas de color ocre anaranjado en la cabeza, en el pecho y en el dorso, el pico es amarillo, etc. Saqué los prismáticos para ver de cerca qué estaban haciendo. Las jóvenes, más inexpertas y miedosas comían los insectos que pululaban alrededor del ganado, entre la hierba, pero el ejemplar adulto, con toda la confianza del mundo, no tenía reparo en aproximarse a la vaca, Bos taurus L. más grande del grupo que tumbada se dejaba desinsectar. Con su pico capturaba tábanos y moscas posadas en la cara del enorme bóvido, tampoco se le escapaban las que se ocultaban dentro de las fosas nasales porque introducía lentamente el pico por la nariz y ¡zas! lo lanzaba rápidamente sobre el insecto que se creía a salvo en ese cálido y húmedo lugar.
  Estas relaciones mutualistas son beneficiosas para ambos animales; la vaca se libra de molestos insectos y la garcilla se pega un banquete con tanta comida. Esta especie de ave, sin duda gracias a sus costumbres migratorias y sobre todo a la expansión de la ganadería a lo largo y ancho del mundo, durante las últimas décadas ha colonizado medio planeta, actualmente se puede observar incluso en las islas británicas.



Viernes



  Sin embargo, lo mejor estaba por llegar. Hace varios años que veo estas aves en los prados de la costa cántabra, pero son tan sociables que les gusta formar colonias de cría, a poder ser cerca de cursos fluviales, entonces ¿dónde poder observarlas criando?, pues resulta que es muy fácil. Casualmente, el viernes teníamos previsto visitar Santillana del Mar y por la tarde fuimos a ver su Zoo. La sorpresa que me llevé al ver en su interior una colonia de cría de garcillas bueyeras fue muy agradable porque era la continuación de las observaciones de la víspera.
  Sus nidos son pequeñas plataformas de palitroques fabricadas sin esmerarse mucho, eso si, las construyen en árboles altos. El jaleo que organizan es bastante grande y merece la pena detenerse a observarlas, ver cómo los progenitores alimentan a sus crías, etc. Redactaré en breve la visita al parque que en cierto modo es la continuación de esta entrada.


Un saludo

9 comentarios:

  1. Enhorabuena por tu blog. Cantabria es una región magnífica para disfrutar de la naturaleza, al igual que todo el norte en general. Quedo a la espera de tu entrada sobre la visita al zoo.

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  2. Hola

    Cantabria a pesar de ser una comunidad fuertemente humanizada tiene grandes tesoros naturales y bastante bien conservados, lo que es de agradecer.

    Un saludo y gracias por el comentario

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  3. La mayor parte de garcillas bueyeras y de cigüeñas blancas, en Cantabria y Asturias, por no decir que todas las que se ven son introducidas. Hace ya unos 20 años, al dueño del zoo de Santillana de Mar le dió la ventolera de que tenía que haber esas especies en el entorno del zoo y se puso manos a la obra. Las garcillas bueyeras tienen dispersiones realmente curiosas: en el entorno de Zamora capital hay una colonia con 500 aves y resulta que en la comarca de Sayago, a unos 40 kilómetros y con una intensa cabaña ganadera extensiva, las he visto en 30 años, 3 veces, y en cambio en los años 40, creo recordar dieron el salto desde África Occidental a Brasil y de ahí se fueron distribuyendo por el continente americano. En Hawaii la especie es introducida, como tantas miles de cosas.

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  4. Hola Juan José

    Gracias por el comentario, entre los intentos exitosos de facilitar su cría, como este de Santillana del Mar, y la expansión natural de la especie como la que comentas en América es una especie que cuando encuentra las condiciones adecuadas en seguida se expande. Es realmente espectacular, creo que en Europa su expansión sólo guarda parangón con la de la tórtola turca.

    Un saludo

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  5. Otras especie que han tenido una expansión reciente es el zarcero escita (Hippolaïs caligata) en Europa del Este, buitrón (Cisticola juncidis) y ruiseñor bastardo (Cettia cetti)en el Norte de Francia y Benelux.

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  6. Qué tal Pedro: la tórtola turca también se expandió por la zona norte hacia Galicia, abordando poco a poco el resto del país. No me parece descabellada la idea de expansión de la garcilla bueyera, pues es muy adaptable y en Aragón pasó en pocos años a ser muy común, todo lo contrario que el martinete.

    José I. Pardo de Santayana director del zoo, comentaba en Radio 5 todo noticias, y relataba historias de animales salvajes muy interesantes. Recuerdo una del azor que se cebó con las turcas cuando estas se relajaron demasiado dentro del recinto del zoo.

    Saludos.

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  7. Juan José

    El tema de las especies en proceso de expansión es muy interesante. Estos procesos últimalmente suelen tener que ver directa o indirectamente con nuestra especie (igual que cuando es al revés y van desapareciendo).

    Un saludo

    Hola Javier

    El director del Zoo tuvo un programa buenísimo en radio que se mantuvo muchos años en antena. Me encantaba escucharle, es una pena que se haya terminado.

    Un saludo

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  8. Es muy frecuente encontrar estas garcillas alrededor de las vacas que mansamente pastan en los prados.
    saludos.

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  9. Hola

    Ya nos hemos acostumbrado a verlas y ahora nos resultan familiares, pero durante los primeros 3/4 del siglo pasado, cuando se inició su asentamiento en la península por aves procedentes de África la población reproductora se concentraba en Extremadura y Andalucía.

    Un saludo

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